Motivaciones personales para elegir ser Terapeuta de Duelo

Lo que nos motiva a querer abrazar la profesión de terapeuta y dedicar cinco, seis, y más años de nuestra vida a estudiar psicología, a menudo son las heridas de nuestra propia historia personal o de nuestras pérdidas, las que nos llevan consciente o  inconscientemente, a emprender este camino. Son precisamente las propias heridas las que hacen que seamos sensibles al dolor y al sufrimiento de los demás. Buscamos sanación para nosotros o para nuestros seres queridos, lo deseamos con mucha fuerza, al menos para nosotros, para nuestro proceso de conocimiento personal, emocional, y para nuestra formación profesional y ejercicio de la actividad terapéutica. Creo que la vocación siempre tiene que ver con nosotros mismos. 

El rol del Terapeuta de Duelo 

En la decisión de ejercer esta profesión de sanación va inherente el deber de  trabajar de forma continua en nosotros mismos. Es importante que los terapeutas comprendamos y sanemos nuestras propias heridas, el “conocernos a nosotros mismos”, porque la profesión es en el fondo un camino de autoconocimiento. En este camino adquirimos una comprensión más profunda, no solo de nosotros mismos, sino también de los demás y de la existencia humana en general. 

Sostengo en la vida el estandarte de “convertirnos en la persona que alguna vez necesitamos”. Cuán importante es para cumplir este motivo, nuestro constante  perfeccionamiento profesional, la carrera, los entrenamientos, las capacitaciones e  interacciones con otros profesionales, pero también, el de desarrollar un corazón  compasivo, la empatía y el actuar desde el amor; éste último, que es el fundamento de toda la  actividad terapéutica. Nuestra tarea es entonces cultivar el amor como base de nuestro hacer y de nuestro ser. 

Así, cuando las personas necesiten la experiencia de ser sostenidos en su dolor por nosotros como terapeutas de duelo, estaremos ahí con actitud amorosa para brindarnos u ofrecernos como una escucha, para habilitar y aceptar todos los sentimientos más difíciles y desgarradores que puedan sentir por su pérdida, pero también como compañías cálidas dispuestas a andar a su lado. No sólo nos quedamos escuchando o contemplando lo que viven, no seremos meros espectadores de su dolor, sino que les mostramos que no estarán solos, que vamos a su encuentro con ellos que sufren y padecen, para tomarlos de la mano y acompañarlos a construir juntos ese trayecto de arduo trabajo de duelo, de su transformación, de aceptación y sanación, de su recuperación emocional. 

Para ello, el desarrollo de una adecuada alianza terapéutica resultará un factor esencial. Será fundamental el establecimiento de un vínculo e interés genuino para con ellos, para que se encuentren contenidos en el espacio terapéutico, bajo un clima de confianza, en donde se les permita que el proceso de curación pueda suceder saludablemente o de la mejor manera posible, pasando de explorar cada una de sus emociones más profundas sobre su pérdida, a hablar de todo aquello que quisieran, que deseen, sin interrupciones ni contradicciones, además de que puedan enunciar todos aquellos sentimientos que a menudo también puedan estar mezclados y les sean escasamente comprendidos, tanto por sí mismos como por los que los rodean. De esta manera, podrán depositar todo ese dolor para al fin lograr observarlo, trabajarlo y luego transformarlo en Amor.

Pienso en que muchas veces trabajar con duelos individuales puede volverse todo un desafío y no es para menos. Sin embargo, creo en lo brillante de tomar un punto de  referencia cada vez, y poder “pensar una nueva terapia para cada paciente”, sólo se debe ser capaz de captar y de comprender algo de su realidad actual, para luego poder brindarles una respuesta creativa a esa realidad y centrada únicamente en cada uno de ellos, que debemos recordar siempre que lo necesitemos: “son nuestros mejores maestros, son ese punto de referencia”

El trabajo de duelo será como un contrato de compromiso que estableceremos  juntos, en donde pactaremos objetivos centrados en el proceso y explicaremos lo  necesario de poner en juego su voluntad, su participación e involucramiento, para poder hacerles llegar las herramientas, para que puedan desarrollar sus recursos resilientes y para que puedan aprender de estrategias de afrontamiento, las que requerirán de mucho esfuerzo por su parte, pero que serán con esa finalidad de que puedan recuperarse. 

Es muy importante en mi opinión, introducir sus intereses y permitirles también  desplegar toda su creatividad en las tareas y actividades, dando lugar a lo nuevo y a la reinvención. Asimismo, con la implementación de técnicas adecuadas que pudieran captar su atención y despertar paulatinamente sus energías, recordarles la capacidad que olvidaron que tenían para crear, para desarrollar la curiosidad y el interés perdido. Ayudándolos a fomentar su motivación y su imaginación para que puedan adentrarse en el mundo de la construcción de nuevas ideas, de nuevos sentidos, contribuiría a que se encontrasen con su propia creatividad y esto conlleva a la posibilidad de que algo nuevo surja en ellos y por lo tanto en la terapia, viendo a esto último como este “reinventarse a partir de la pérdida”.

Al enfatizar en lo anterior, también se colabora de alguna manera a que recuperen poco a poco su autoestima perdida. Es necesario que la alimenten nuevamente, creo que debe ser uno de los principales objetivos en la terapia de duelo. Uno de los recursos más importantes con que se puede dotar a una persona que ha perdido a su ser amado, es con el sentimiento de su propia valía, dentro de su realidad en la que puede creer que se ha quedado completamente solo/a, abandonado/a, indefenso/a y/o desamparado/a. Si pudieran verse a sí mismos siendo resilientes y capaces de reinsertarse, de permitirse participar y compartir en grupos y en actividades, podrían conseguir sentirse paulatinamente mejor y útiles, comenzar a valorarse  nuevamente, reconocerse y sentirse orgullosos de haber sobrevivido a tanto dolor, los primeros pasos para animar a su autoestima propiamente dicha, a su confianza y a su seguridad. Será importante entonces, destacar todo aquello que valoramos, desde el esfuerzo que realizan en pedir ayuda, hasta en asistir a su terapia poniendo las fuerzas y las ganas que les fueron consumidas, ánimos que no saben exactamente de dónde lo obtienen y que a veces pueden durar sólo esos momentos de sesión.

Constituirá un desafío… pero valdrán los esfuerzos, el proceso y el  resultado, de todo ese amor invertido, el vínculo recogido de haber sembrado empatía, sus calmas, todo su cariño y el agradecimiento por culminar con un nuevo sentido de vivir.

Lic. Moreyra Magali M.P 1367