He estado preparándome para perderla incluso cuando aún estaba conmigo. Pensaba que ese día no llegaría o que, al menos, tardaría en cumplirse los diez años. Pero el tiempo fue más breve de lo que esperaba: se fue poco antes de cumplir siete. Creía que preparándome con anticipación me haría más fuerte, pero he descubierto que ninguna preparación alcanza cuando el corazón se rompe.

“Para transitar el duelo que la muerte impone, ninguna anticipación teórica disminuye el dolor, ni asegura un camino. No hay atajos, ni recetas, ni consejos sabios que no sean aquellos que ayuden a caminar con dolor en la oscuridad del duelo hasta encontrar la luz que no cancela ni el dolor ni la muerte, sino que permite ver su sombra. E integrar en el recuerdo y en la construcción de la memoria aquello que nos hace humanos y, al mismo tiempo, tan finitos como eternos: el amor, con el que hemos amado y fuimos amados por aquellos a quienes lloramos, y en el que continúan esas existencias que no se extinguen totalmente con sus cuerpos.” - Rabino Sergio Bergman.-

Aun así, traté de vivir cada instante con ella, de atesorar cada caricia, cada mirada. Quería memorizarlo todo, como si eso pudiera protegerme del olvido. Pero ahora, por más que intento aferrarme a esos recuerdos, no todos están tan nítidos como quisiera. Aunque mi memoria falla y muchos instantes se desdibujan, hay algo que sé con certeza que nunca se borrará: la huella de lo que fuimos juntas.

“Nuestro reto, y se trata de un gran reto, es experimentar con plenitud el momento actual, saber que este instante contiene todas las posibilidades de felicidad y amor, y no perderlas por nuestra expectativas sobre cómo debería ser el futuro. Cuando dejamos de lado nuestro sentido de la anticipación, vivimos en el espacio sagrado de lo que ocurre en ese momento.” - Kübler-Ross y Kessler, 2002.-

Recuerdo que la miraba a los ojos, con la esperanza de que ella pudiera ver, a través de los míos, cuánto la amaba. Quería que lo supiera, que lo sintiera en lo más profundo de su ser. Quería que mi amor la envolviera y la acompañara, más allá del tiempo y de la vida misma.
Ya no está a mi lado, pero a veces siento que aún me mira a través de esos ojos que tanto busqué. No han sido diez años como soñaba a su lado, fueron siete, pero sólo ese tiempo me ha enseñado que es posible vivir un amor que ni una vida entera podría contener.